La era de la digitalización está empezando a dejar de lado el concepto de “profesional” tal como lo conocemos en pos de las nuevas profesiones y nuevos estilos de vida. Para Sebastián Riquelme, especialista en Recursos Humanos, hay tres cambios puntuales que potencian las habilidades para los trabajos futuros: los tecnológicos, los conceptuales y los de habilidades en sí mismas.
En cuanto a los cambios tecnológicos, una de las condiciones en las que los empleadores hacen hincapié es en que los nuevos profesionales estén familiarizados con las novedades tecnológicas de cada rubro, como por ejemplo, inteligencia artificial, computación cuántica, redes 5G, chatbots, blockchain, etc. Manejar este tipo de herramientas se está transformando en un requisito indispensable, ya que los departamentos de RRHH filtran a los profesionales por estas habilidades: cuantas más competencias digitales, más demandado será el profesional.
Los cambios conceptuales se refieren a la ruptura de los esquemas jerárquicos tradicionales y al trabajo colaborativo por medio de metodologías ágiles. Este tipo de vinculación profesional-proyecto requiere de movilidad y capacidad de adaptación, ya que se espera que el profesional pueda desarrollar el proyecto dentro de los tiempos estipulados antes de pasar a un proyecto nuevo. Esquemas como el scrum, pair programming y kanban hacen de la aplicación de las metodologías ágiles algo posible y efectivo, y son, en definitiva sets de conocimiento al cual todo profesional puede acceder mediante capacitaciones digitalizadas.
En cuanto a las habilidades, lo que se destaca en el mercado laboral son las nuevas competencias transversales (que incluso se espera cobren más fuerza en el futuro).
Dentro de este tipo de habilidades encontramos:
-Capacidad de toma de decisiones: es uno de los rasgos profesionales más valorados, ya que implica cierto nivel de influencia en el ámbito corporativo y es clave para el desarrollo de un líder.
-Manejo de la ansiedad: es imprescindible a la hora de afrontar situaciones que requieran de respuestas decisivas que no pueden ser desacertadas. La ansiedad puede llevar al profesional a tomar decisiones incorrectas solo por la necesidad o el deseo de resolver, cuando la situación enfrentada requiere en realidad de otro tipo de tratamiento o intervención.
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